Cuantas veces nos ponemos a mirar por la ventana como llueve y llueve y decimos ¡uh! Qué día Señor! Pero cuando el día comienza con algunas gotas de problemas y al rato se desata una lluvia de problemas ¿qué decimos...? ¡Qué día espantoso que esta pasando hoy!
Hay situaciones que no hacen perder el control y actuamos impulsivamente sin haber siquiera "contado hasta diez". Muchas reacciones que tuve en la vida me trajeron consecuencias negativas porque tome decisiones sin consultar a Dios, hasta que un día le pregunté al Señor: ¿Porqué me paso esto? Y me dijo: "Te levantaste antes de tiempo y respondiste antes que Yo".
A veces pareciera que los problemas se ponen de acuerdo y vienen todos juntos "en un combo" y nosotros en vez de reaccionar con serenidad e inteligencia nos ponemos en víctima, nos volvemos susceptibles y perdemos el equilibrio.
Hace unos días atrás estaba preocupado, por la salud de mis hijas una de ellas con varicela y la otra con dolores fuertes de cabeza y fiebre, las personas que las vieron así, me comentaban que si le dio a una a la otra le dará también la varicela. Sentí que el estado anímico se bajo Ya que una de ellas semanas atrás presento dolores fuertes de estomago y mes dije Esto no puede estar pasando! Por que se están enfermando? ¡QUÉ DÍA SEÑOR!. Al final de todo esto, todo estaba bien, pero eso si, había un grave problema en mi cabeza, que fue el diagnóstico de Dios: “mi manera de pensar y reaccionar”.
Cuando pensamos siempre negativo esperamos lo peor. Pero aunque no se puede hacer "transplante de cerebro" si podemos cambiar nuestra manera de pensar. Todo está en la reacción mental que tenemos frente a los problemas.
Tenemos la capacidad de imaginar cosas buenas y malas, fantasías, exageraciones extremas y a esto se lo llama: “el síndrome del juicio final”. Son personas que viven la vida en forma catastrófica. Pero ni el especialista, ni todos los que pronostiquen la enfermedad" pueden solucionarte el problema que tienes porque todo depende de uno. Dios se encargó de la salud de mis hijas, sin dejar de hacer lo correcto, pero mi reacción frente a las diferentes situaciones fue de tristeza y duda... por eso; si cambio mi manera de pensar, cambio mi manera de reaccionar.
Esa reacción que tuve le puse: “la reacción del sapo”. Porque no supe esperar en Él, de su respuesta. SALTÉ ANTES DE TIEMPO.
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