viernes, 29 de octubre de 2010

No dejando de Cogregarnos

 Preocupémonos los unos a los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregandonos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca.”
Hebreos 10:24-25 
Congregarse. Juntarse, reunirse. Eso tiene que ser un hábito en su vida. Pero no me refiero a un hábito que usted haya adquirido como una costumbre se asistir a un lugar, sino a un hábito bueno que tiene un buen propósito, ayudarlo a crecer y a desarrollarse en la fe.
Muchas veces usted se reúne o se junta con personas que no son de la fe y quizás reciba información del mundo puede venir en forma que asusta y atemoriza. Pero en la iglesia, usted recibe la información del cielo que todo cambia para bien. Su vida y su familia serán un luminar en este mundo de oscuridad, sus hijos serán una generación próspera y bendita en esta tierra y verán la gloria de Dios. 
El día de la manifestación de la gloria de nuestro Señor Jesucristo se acerca, por eso es muy importante que estemos juntos, que recibamos la Palabra y la trasmitamos. Porque usted en su casa espiritual recibe de la unción de la gracia bajo una unción apostólica para moverse en un mundo de oscuridad que es adverso a su vida.  Pero sabe que con Dios tiene garantía de victoria. Donde usted se mueva hágalo con confianza,  va a tener éxito en los estudios, en el trabajo y en la vida familiar en todo lo que haga. Al congregarse usted es estimulado al amor y a las buenas obras, como dice el versículo de Hebreos. Porque ¿Dónde encontrará uno de fe, a otro de la misma fe sino es en la misma casa espiritual?  
El Señor sabe por qué lo trajo a congregarse en este lugar, porque siempre va a ser desafiado a caminar en la Palabra y en sus principios para establecerlo en su vida y establecerlo en la vida de los demás. Porque es formado en la Palabra de Dios para que usted a otros pueda sacarlos de abajo y llevarlos hacia arriba.  A otros pueda discipularlos en el amor y en la unción del Señor. En la iglesia usted está recibiendo a través de la paternidad espiritual, en la familia de Dios, una formación de destino y con propósito para que tenga hijos espirituales y a esos hijos espirituales los forme y los eduque con la Palabra de Dios.   Por eso, lo animo a que no deje de congregarse. Si no sabe a dónde ir, pídale sabiduría a Dios y guía al Espíritu Santo. Busque un lugar de fe que lo ayude a crecer. Pero, no pierda el tiempo porque es muy valioso. Congréguese.  ¡Usted será bendecido!

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