jueves, 21 de octubre de 2010

La base firme en su Hogar


“Si el Señor no edificare la casa, en vano se esfuerzan los albañiles. Si Señor no cuida la ciudad, en vano hacen guardia los  vigilantes.”
Salmos 127:1
La familia es el diseño de Dios para el hombre y Él se encarga de edificarla.
Es imprescindible que el Señor Jesús esté primero en su hogar; de lo contrario, cualquier intento por restaurarlo o tratar de mantenerlo será en vano.
Quizás usted esté pasando por problemas familiares y tal vez intentó de todo; pero lo primero que debe hacer es hacer a Jesús señor de su vida y de su familia. Si usted le da lugar, Él comenzará a ordenar esos ladrillos que con el tiempo se cayeron. Satanás puede haber traído división, amarguras, problemas, soledad; pero es tiempo de cerrarle la puerta y comenzar a reedificar. Se puede, con Dios se puede. Con Él hay esperanza. No mire a la persona que tiene al lado y diga: “¡este no cambia más!” ¡No! todo cambia en las manos de Dios. Comience a usar las armas que Él le dio. Tome autoridad sobre todo espíritu de división, bendiga a las personas con las que usted vive y obre en amor.
Si usted quiere una casa edificada por Dios debe seguir sus instrucciones; muchas pueden no gustarle porque a nadie le gusta mucho rendir su voluntad y sus propias ideas pero no es cuestión de hacer nuestra voluntad sino la de Dios. Obedecer a la Palabra es la clave para la bendición.
Su hogar cambiará, será restaurado, y aquellos que están recién comenzando en la tarea de edificarlo, tomen el consejo de mantener siempre a Dios primero y se librarán de muchos males y dolores. Cuando Dios gobierna hay amor, hay respeto, hay libertad, hay unidad, hay prosperidad.
Determínese a glorificar a Dios con su vida. El mundo verá algo diferente y se acercará a ver qué es eso distinto que hay en su hogar. Es el amor de Dios. Su familia será el reflejo de la gloria de Dios.
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Dios los bendiga 
Juan Guillermo Ruiz 

1 comentario:

  1. Que Dios te Bendiga Juan. Es cierto, somos lo que Dios dice que somos y no lo que otros y ni siquiera nosotros mismos pensamos que somos. Somos lo que Dios dice que somos y estamos llamados a perceverar en la busqueda de la santidad. Perseverando hasta el fin.

    Un abrazo fraterno en Cristo Jesús.

    Hermano Rafael Melgar

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